Carmelo, el sacerdote franciscano que atesora el Convento San José en Tarata, Bolivia.

Carmelo, de origen vasco, se asentó en Bolivia hace más de treinta años (con intermitentes visitas a ciudades de Europa). Él, junto a otro sacerdote y algunos estudiantes, residen en las amplias dependencias del Convento San José en Tarata, que desde las alturas del pueblo intentan mantener la influencia de la religión cristiana en este lugar donde residen mayormente comunidades quechuas y cuya cosmovisión y tradición cultural difiere de lo que ofrece el convento. Según el relato de Dennis Salazar, habitante tarateño, durante bastante tiempo Carmelo realizó un arduo trabajo para integrar a las comunidades quechuas pero hoy en día percibe que es un ejercicio cada vez más difícil lo que se nota en la escasa asistencia de la comunidad a las misas y donde sus mayores visitas vienen de parte de extranjeros o de otras ciudades del país, más bien atraídos por el valor arquitectónico y patrimonial de este templo.

Es uno de los más antiguos de Bolivia cuya construcción data del año 1792 y en la época colonial cumplió la tarea de originar grupos misioneros que eran destinados a diferentes ciudades y pueblos de Bolivia para evangelizar. Cuenta con 44 habitaciones habilitadas principalmente para ejercicios o retiros espirituales y posee una biblioteca de alrededor de 8.000 ejemplares.

Escenario Cultural tuvo el privilegio de realizar una conversación guiada por los principales salones y espacios del convento. Gran parte de estos salones reflejan, a modo de museo, los vestigios históricos del pueblo tarateño, resaltando la figura del presidente Mariano Melgarejo. También recorrimos una antigua bodega que en el pasado producía vino en tinajas. Con el esfuerzo de las pocas personas que residen y trabajan en San José se ha logrado mantener en buen estado las instalaciones, utensilios y muebles que provienen de la época colonial.

Otro de los principales íconos de Tarata es la figura de San Severino cuyos restos se mantienen en el templo. Su figura es considerada como el santo patrono y es a quien cada noviembre se le ofrenda una celebración para atraer las lluvias y la buena cosecha.

Les compartimos algunas fotografías y ciertos extractos del diálogo que tuvimos con Carmelo, donde podrán apreciar su particular y graciosa personalidad, además de contemplar la belleza arquitectónica y el valor patrimonial de este gran convento.

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