24 de marzo 2015.
Estamos desayunando en Chuschuco en nuestra mesa plegable. El día está nublado, pero no tan frío, pareciera que quiere llover. De todas formas nos fuimos de excursión con una pequeña garuga, avanzamos hacia arriba de la cordillera y conocimos un lugar precioso, Higuerani.
En este pequeñísimo pueblo, sus colegios y centros de salud estaban botados en el tiempo. No vivían ahí más de tres o cuatro familias que vivían de las plantaciones de zapallos, sus chivos y vacas.
Los hombres tenían motitos con los que se movían rapidamente por las subidas, se veía que disfrutaban de su transporte. El río a un lado muy cuidado y dirigido, con un clima húmedo muy como en el sur de Chile. Algunos perritos cuidando el camino y unos burros con cara de niños nos llevaron hasta el fin del trayecto cuando el río no nos dejó pasar más allá por el torrente fuerte a causa de la lluvia. No nos atrevimos a ocupar la tracción 4×4 de La Belica, quizás habría pasado pero no quisimos exponerla y luego tener que pedirle ayuda a las familias que trabajaban en sus cosechas. Andamos despacito por las piedras, ahora de regreso queremos ir hacia el otro lado, a Calientes, al otro costado de Pachía.
